Vientos opacos

Sólo, en un momento, sólo viento verde va a soplar.


Porque se avecinan los días y las noches. Cuando el Sol muere y las estrellas brillan, cuando el Sol regresa en búsqueda de su amada y no la encuentra. Como un lienzo pintarrajeado con las manos, como un Picasso escupido, se apaga y vuelve a brillar, y se apaga y vuelve a brillar.
Ves caer las cenizas que ayer solían limpiar alfombras en tus sueños. Esas mismas que ya cayeron pero como hojas de hierba seca en un otoño mío, tuyo. Y el invierno que lo engendró todo, menos a un señor con sombrero:
El señor que se sienta a la luz de una vela y que sin descanso y sin motivo alguno, con la palma embadurnada en tinta  roja, casi seca, escribe un poema.
El señor que canta canciones con las letras y que entre telas sueña; la cara de una princesa. Está erguido y piensa qué podría haber sido, si el fuego no los hubiera ennegrecido.




Perdón por las rimas, sé que son cuentos, tonterías. 
Perdón por cansarme, por andar en vela contando esto desnudo, a los que no me esperan.
Perdón, perdón y más perdón, es la única palabra y expresión.


Con el poco pasto que me queda, voy a hacer una avioneta, sí, de pasto, y voy a volar en ella entre doradas trenzas, hasta que el mundo se calme, hasta no ver tanta gente con prisa en Retiro y poder pararlos un segundo, sí, sólo un segundo de paz y tranquilidad en Retiro. 
Cuando vuelva con mi avioneta y mis gafas de piloto te voy a abrazar hasta que mueras, sí, vos, porque, en estas instancias, es poco probable que yo muera.


Hacía mucho que no caminaba por este lugar.
Te extrañé


V.V.