Era una ciudad sin caminos, toda la
gente vivía apretada y para ir a comprar algo tenían que pasar de
ventana en ventana hasta llegar al negocio. Nadie conocía lo que
había afuera de las infinitas paredes. Los filósofos, los
científicos, los creyentes, los escritores; todos juntos se
preguntaban lo mismo. ¿que hay más allá de las paredes?
Primero los creyentes dijeron que más allá del cemento estaba dios y que él nos amaba.
Después vino otro que le dijo que había una pared mucho más grande e infinita, y que del otro lado estaba ese dios que observaba.
Primero los creyentes dijeron que más allá del cemento estaba dios y que él nos amaba.
Después vino otro que le dijo que había una pared mucho más grande e infinita, y que del otro lado estaba ese dios que observaba.
Más adelante en la historia apareció
un filósofo diciendo que era posible que cuando se terminara el
recorrido todo volviera a empezar, como un círculo. Pero se dio
cuenta de la gran cantidad de preguntas que seguían surgiendo y
terminó más enredado que una cinta de amoebius.
Un día, un científico dio con una
idea asombrosa a sus vecinos más cercanos. Más allá del cemento,
de los muebles del vecino, de paredes y paredes no había una pared,
ni se volvía al primer punto, sino que nos encontrábamos con una
masa totalmente oscura e inexplicable para nosotros.
El gobierno mediante hologramas le
decía a la gente que no se preocupara por lo que había más allá
de las paredes, que se mantuvieran preocupados por su trabajo, que
disfrutaran de su rápida conexión a internet y de hablar con sus
vecinos por las ventanas.
La gente con el tiempo se iba
encerrando más y más.
Un historiador y hacker, de los pocos que quedaban, descubrió un archivo del gobierno que guardaba cosas del pasado. En estos archivos se mencionaba con mucha frecuencia la palabra “afuera”:
Un historiador y hacker, de los pocos que quedaban, descubrió un archivo del gobierno que guardaba cosas del pasado. En estos archivos se mencionaba con mucha frecuencia la palabra “afuera”:
No debemos dejarlos salir afuera, deben
permanecer adentro.
Esto intrigó al historiador y siguió
indagando, descubrió que más allá de las paredes había algo, algo
que él no conocía (porque no sabía que era “afuera”) pero
donde la gente había estado con frecuencia en el pasado.
Decidió cruzar todas las ventanas
posibles hasta llegar a ese “afuera” pero, como era de esperarse,
no lo logró.
Ese día, la sociedad perdió una gran
oportunidad. Obviamente el holograma del gobierno dijo que el hombre
había muerto por resbalarse en la bañera.
Qué pena...
V.V.
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