martes, 2 de abril de 2013

02-04-13


Y dejó que la lluvia lo acariciara hasta caerse dormido.
No parecía querer levantarse, ni siquiera tenía las ganas suficientes para hacerlo. Pero debía, y un huracán de emociones lo arrastraba de una punta a la otra de la habitación. La corrompida habitación que giraba y giraba ante sus ojos mostrándose húmeda, agria.
Con una pesada mano en la cara se rascó un ojo, con el otro miró el techo; lo vio abrirse de par en par, desgarrarse, escaparse a otros lugares dejándolo solo, como debe o debería ser. Cuando por fin pudo bajar un pie y tocar el suelo, sintió el frío. Se levantó lentamente para no tropezar, se vistió, abrió las persianas y camino fuera de la habitación hacia el baño con un inhumano dolor de espalda.

Nadie ni nada en este mundo pueden recordarme lo que hice anoche, lo que escribí, lo que caminé. Las botellas vacías, los vasos con líquidos extraños, atiborrados de sombras intentan reconstruir el rompecabezas de puras piezas rojas. Heladera vacía, dolor de cabeza, cansancio, fideos. Puedo reconocerme en el espejo, me miro y me encuentro, en un principio es algo superficial lo que veo. Sí, me estoy viendo, esa es mi cara, mi cara destruida por una noche más, por miles de noches y de días (días) más. Peor aún, terco como suelo ser, sigo mirando, observando, escudriñando cada uno de los detalles de este espejo que ya parece ser un cuadro de algún artista plástico de vanguardia.
Las gotas de agua caen de mi pelo, son enormes, más grandes que mis ojos que me miran atentos, y mi boca se retuerce, quiere morderse a sí misma.
¡NO!
Pero ya es tarde, el labio inferior está sangrando. Quiero darme vuelta para limpiarme con alguna toalla pero es imposible, ese espejo me llama, sigo mirando lo que necesariamente debo creer que soy yo porque ¿cómo desconfiar de un espejo? Mi cara podría no ser realmente la que está frente a mí. Mi mano se levanta con una gillete lista para afeitarme pero me traiciona y me recorta, me retuerce, me reduce y la sangre sale a chorros de mi cara, no soy nadie, ni un reflejo, ni una gota de mentiras, de colores. Ante el susto suelto la gillete, evidentemente ya no soy el mismo, el espejo es más que yo, mis ojos, mis pupilas dilatadas. ¡Un espejo es más que yo! Con mi puño intento romperlo pero no puedo.
Con esta cara nueva voy a tener que cambiar de nombre, no seré nunca más lo que fui anoche, así como mañana no seré lo que soy hoy.

Termina de lavarse los dientes, sale afeitado, se sienta a comer y mira una foto, la foto de una mujer etérea. No quiere salir, por lo menos hoy no.

Puede que la culpa sea mía, pero ¿cómo yo, un simple mortal, puedo ser juzgado por no saber cuando parar, por entregarme a la necesidad de entregar-me? No me queda nada, me diluyo entre relojes, presentes y en el óleo de mi cara, el único óleo que creo conocer. Ahora puedo afirmar, al menos, que existen buenas razones para desconfiar de los espejos.

02-04-13
Vint

No hay comentarios.:

Publicar un comentario

Creative Commons License
--------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------- Esta obra está licenciada bajo una Licencia Creative Commons Atribución-No Comercial-Sin Obras Derivadas 2.5 Argentina.